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Tláloc

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Tláloc

Dios Tláloc en Códice Magliabechiano
Civilización Tolteca, Tlaxcalteca, Mexica
Otros nombres Señor del Tercer Sol, Chaac (maya), Pitao Cocijo (zapoteco), Chaneco (entre los nahuas contemporáneos de Veracruz).[1]
Significado del nombre «Pulque de la tierra».
Templos Capilla norte del Templo Mayor, yacimiento arqueológico del monte Tláloc
Esculturas Monolito de Tláloc (posiblemente pertenece más bien a Chalchiuhtlicue), efigies en la Pirámide de Quetzalcóatl, Teotihuacán, numerosos braseros "Tláloc"
Códice relacionado Códice Telleriano-Remensis, Códice Borbónico, Códice Xólotl, Códice Borgia
Adoración actual Neotolteca
Genealogía
Padres (Tolteca: Ometecuhtli y Omecíhuatl)
(Mexica: Forjado por los Tezcatlipocas
Cónyuge o dualidad femenina

Xochiquetzal (primera esposa) Chalchiuhtlicue (segunda esposa)

o Matlalcueye (equivalente tlaxcalteca),
Hijos (Mexica: Huixtocihuatl y Tlaloques)
(Tolteca: Tecciztecatl)
Características
Armas granizo, truenos, agua, rayos
Manifestaciones inundaciones, sequías, tormentas
Representaciones cara antropomorfa con anteojos de serpiente y colmillos de pétalo de yauhtli; cruz florida (Los cuatro tlaloques)
Atributos Tlamacazqui ("Dador")[2]​ y Xoxouhqui ("El Verde");[4]
Simbolismo (Mexica: Dios de la lluvia, del rayo y de los terremotos)
Ente celeste desconocido

Tláloc (AFI: [ˈtɬaːlok]) (del náhuatl: Tlalok ‘el que está cubierto de tierra’tlaloa, cubrir de tierra; -k, el que está’) es una deidad mesoamericana del agua celeste. La derivación de su nombre no está clara.[5]​ Los mexicas lo consideraban el responsable de la estación lluviosa y hacían ceremonias para honrarlo en el primer mes del año (ātl cāhualo). Bernardino de Sahagún y Alfredo Chavero lo describen como el dios del rayo, de la lluvia y de los terremotos.Error en la cita: Error en la cita: existe un código de apertura <ref> sin su código de cierre </ref>

Monte Tláloc

Una montaña perteneciente a la Sierra Nevada lleva el nombre de Tláloc o Tlalocatépetl. Se trata de una de las cumbres más altas del país (4120 msnm). En la cima existe un santuario dedicado a Tláloc. Se cree que la localización de este santuario en relación con otros templos de la zona podría haber sido una manera para que los mexicas pronosticaran el clima y calcularan el paso del tiempo.[6]​ Investigaciones muestran de hecho que diferentes orientaciones relacionadas al monte Tláloc revelan un grupo de fechas al final de abril y al principio de mayo, las cuales están asociadas con ciertos eventos astronómicos y meteorológicos. Información arqueológica, etnohistórica y etnográfica indica que este fenómeno coincide con la cosecha del maíz en tierras áridas asociadas con sitios agrícolas.[7]

Sitio geográfico

El monte Tláloc es el punto más alto de la Sierra del Río Frío que separa los valles de México y Puebla-Tlaxcala. Se eleva sobre dos diferentes zonas ecológicas: prados alpinos y bosques sub-alpinos. La temporada de lluvias empieza en mayo y dura hasta octubre. La temperatura más alta del año ocurre en abril, al principio de la temporada de lluvias, y la temperatura más baja en diciembre-enero. Hace 500 años las condiciones del clima eran ligeramente más severas, pero el mejor momento para subir a la montaña era prácticamente como es ahora: Desde octubre hasta diciembre, y en febrero hasta el principio de mayo. La fecha del festín de Huey Tozotli celebrada en la cima del Monte Tláloc coincide con el momento de mayor temperatura del año, justo antes de peligrosas tormentas que podrían bloquear el acceso a la cima.[8]

Evidencia arqueológica

El primer relato detallado del monte Tláloc descrito por Jim Rickards en 1929 fue secundado por visitas y estudios de otros investigadores. En 1953 Wicke y Horcasitas llevaron a cabo investigaciones preliminares en el sitio; sus conclusiones fueron repetidas por Parsons en 1971. La investigación arqueo-astronómica empezó en 1984, de la cual mucha continúa sin publicarse. En 1989 excavaciones fueron realizadas en el sitio por Solís y Townsend.[9]

Atributos y simbolismo

Así, el Templo Mayor, los Cerros Sagrados, o incluso un altar doméstico, no son sino análogos, manifestación o representación del Tlalocán, del Tonacatépetl, de Xochitlalpán (que presentan cada cual sus particularidades, pero que son también análogos entre sí, por ser representaciones del axis mundi que sostiene el cosmos, y de la matriz universal de donde todo proviene y a donde todo va); así, son partícipes de la misma sacralidad, de la misma fuerza, son, sin serlo, lo mismo. La Paradoja de lo sagrado y lo profano, es en sí una ruptura ontológica presente en toda hierofanía; paradoja en cuanto a que lo sagrado, lo intangible, se profaniza, se vuelve tangible para mostrarse a la humanidad. Esto es parte de la Dialéctica de lo Sagrado, que es parte y fundamento de todas las religiones. A consecuencia de este carácter dual muy fuerte, su culto entró dentro del sistema de reciprocidad de las ofrendas; ofrendas de flores o libaciones diversas, autosacrificio, ofrenda de animales cuando las sequías se dejaban percibir terribles y amenazaban la supervivencia misma de las sociedades (o en el caso de tierras muy húmedas, como las Tierras Bajas Mayas; para evitar el exceso de lluvias, huracanes, tempestades o truenos fulminantes, pues si Chaac (Tláloc en maya Yucateco) se enfurecía demasiado, aquellos podían destruir las cosechas, deslavar cerros, desbordar los ríos y arrasar ciudades y pueblos enteros). Los ritos a Tláloc como aquellos dedicados a los Tlaloques se solían realizar en los cerros o en el interior de las cuevas.

La cruz florida fue una evolución del símbolo de Tláloc y fue llamada Cruz de Tláloc; esta cruz surge por una razón: el dios tenía cuatro hijos a los que se denominaba tlaloques, que vivían en cuatro ámbitos del cielo. Tláloc se convirtió en época tolteca en un personaje semihumano, su cara estaba formada por dos serpientes enroscadas, haciendo de marco de los ojos la curva de los reptiles. Las cabezas se proyectan en paralelo y constituyen el labio superior del dios.

El paraíso de Tláloc

El lugar conocido como el paraíso de Tláloc se llama Tlalocan y está situado en la región oriental del Universo. De este lugar procedía el agua beneficiosa y necesaria para la vida en la tierra. Las personas que morían ahogadas o por hidropesía iban a morar a este paraíso. También acogía a los que morían de la enfermedad de la lepra. Se trata de un enclave placentero, donde pueden verse toda clase de árboles frutales, así como maíz, chía (semilla de una especie de salvia que se usa en México como refresco), frijoles y más productos. La vida allí era enteramente feliz. Conocemos la descripción de esta morada del dios gracias a los escritos hechos por el padre Bernardino de Sahagún y otros personajes, que lo oyeron de boca de los indígenas. Algunos siglos después, se descubrió en Teotihuacán un mural en que se veía representada punto por punto esta descripción. Así se pudo conocer de manera gráfica lo que ya se conocía a través de lo escrito.

  • Una representación de Tláloc en el mural de una tienda en Valle de Ángeles, Honduras.
    En la La Yihad Butleriana, Tláloc fue el apelativo que adoptó el líder visionario que inspiró la revuelta de Los Titanes contra el Imperio Antiguo mil años antes de los sucesos acontecidos en Dune.
  • Tláloc aparece en Shin Megami Tensei: Devil Survivor y en Shin Megami Tensei: Strange Jorney, juegos de la consola de Nintendo DS, como demonio seleccionable, siendo este de elemento fuego.
  • En el videojuego Destiny, aparece un arma (Fusil de Explorador) llamada Tláloc, única para la clase de hechicero.
  • En la franquicia de videojuegos Shin Megami Tensei, se puede encontrar merodeando algunas zonas o conseguirse por medio de fusión con Igor, en el caso de los videojuegos Persona o con la ayuda de Mido dentro de la Catedral de las Sombras.
  • La autora española María Oruña describe un blasón existente en la localidad cántabra de Santillana del Mar del dios Tláloc en la trama de su novela Puerto escondido.

Véase también

Referencias

  1. López Austin (1997) p. 214, citando a Guido Münch Galindo: Etnología del Istmo Veracruzano. México: UNAM, 1983. p. 160.
  2. a b López Austin (1997) p. 209, citando a Sahagún, lib. 1, cap. 4
  3. López Austin (1997) p. 209, citando el Códice Florentino lib. 6, cap. 8
  4. López Austin (1997) p. 209, citando el Códice Florentino lib. 6, cap. 8.
  5. «Tlaloc. | Nahuatl Dictionary». nahuatl.uoregon.edu. Consultado el 5 de enero de 2022. 
  6. Iwaniszewski (1994), p. 158.
  7. Iwaniszewski (1994), p. 159.
  8. Iwaniszewski (1994), pp. 159-160.
  9. Iwaniszewski, Stanislaw. (1994). p. 160.
  10. Bodo Spranz (1975). Fondo de Cultura Económica México, ed. Los Dioses en los Códices Mexicanos del Grupo Borgia: Una Investigación Iconográfica. María Martínez Peñaloza (Traducción). México. ISBN 968-16-1029-6.