Camuflado a escasos 10 metros de la escena, inmóvil, con un chubasquero verde tipo chompo, manga de la chaqueta remangada, trípode situado entre ramas de un pequeño pino en crecimiento, teleobjetivo montado encima, manos situadas una en el disparador y otra en el objetivo y 15 minutos inolvidables.

Colocado. Sin moverme. Con el chompo y la capucha puesta. Sin buitres. Bastó sólo 1 minuto para que se observaba su aproximación por el movimiento que sus sombras ejercían sobre el suelo, de un lado hacia el otro. Al principio solo una, de un tamaño pequeño (aún estaba lejos), pero en apenas 30 segundos, se empezaron a ver cada vez un mayor número de sombras, cada vez más grandes. Se acercaban a las ciervas muertas. Además, cuanto más cerca estaban, se escuchaban con mayor fuerza sus aleteos portentosos, casi sintiéndolos. No pude cuantificar el número de buitres que estaban posados...

El movimiento de mis ojos (que no de mi cabeza) observando las sombras, y escuchar el sonido de sus aleteos, hicieron posible que tomara esta secuencia de imágenes.