[go: up one dir, main page]

Ir al contenido

Francisco Antonio Laureana

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Francisco Laureana

Imagen de la autopsia realizada a Laureana, 1975.
Información personal
Nombre completo Francisco Antonio Laureana
Apodo El Sátiro de San Isidro
Nacimiento c. 1952[1]
Bandera de Argentina Provincia de Corrientes, Argentina
Fallecimiento 27 de febrero de 1975[2]​ (22 años)
Bandera de Argentina San Isidro, Provincia de Buenos Aires, Argentina
Causa de muerte Herida por arma de fuego Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Argentina
Familia
Cónyuge María Romero
Hijos Tres hijos de su pareja (hijastros)
Información profesional
Ocupación Artesano, carpintero, asesino en serie y violador en serie
Años activo 1974–1975
Información criminal
Cargos criminales Homicidio calificado, abuso sexual y violación de domicilio
Situación penal Abatido por la policía bonaerense
Víctimas +13

Francisco Antonio Laureana (Corrientes, 1952 — San Isidro, Buenos Aires, 27 de febrero de 1975), fue un joven artesano argentino sospechoso de ser un asesino en serie mediáticamente conocido como «el Sátiro de San Isidro», que en un lapso de seis meses ―entre 1974 y 1975―, se calcula que violó a unas 15 mujeres y que asesinó al menos 13, en las ciudades de San Isidro, Bolougne, Vicente López y localidades cercanas a la autopista Panamericana.[3][4]

Laureana sería abatido por la policía el día 27 de febrero de 1975 en San Isidro, sin haber podido dar testimonio, fue señalado por la policía y la prensa de ser el autor de la ola de asesinatos de los últimos meses en el área. Aunque su familia negó que fuera el autor de esos crímenes.[2]

Biografía

[editar]

Se sabe muy poco de la niñez y adolescencia de Francisco Antonio Laureana, salvó que nació en 1952 en la Provincia de Corrientes, y que se interno en un seminario en la ciudad de Corrientes para completar sus estudios. Su hermana Lucía Laureana lo describió como un muchacho muy introvertido, que un hermano mayor le había enseñado a tallar figuras y que careció de una figura materna en su niñez al haber sido abandonado por su madre.[2]

En 1974 Francisco Laureana, de 22 años, había sido interno en un colegio católico en Corrientes.[5]​ La policía afirmó que Laureana huyó de la ciudad porque en el colegio religioso violó y agredió a una monja en las escaleras del establecimiento.[5]

En julio de ese año se mudó a la ciudad de San Isidro, en el norte del Gran Buenos Aires, donde vivía en una casa prefabricada en el barrio El Callao, en Tortuguitas. Trabajaba como artesano vendiendo alhajas y figuras talladas de madera, y estaba en pareja con María Romero, de 21 años, la cual tenía tres hijos (algunos periódicos dicen que eran hijastros de Laureana mientras otros que estos eran hijos propios).[4][5]​ Antes de salir a trabajar solía decirle a su esposa: "No saques a los pibes porque hay muchos degenerados sueltos".

Ola de asesinatos

[editar]

Desde mediados de 1974 hasta comienzos del año siguiente, y según se indica que mayormente ocurría por los días miércoles y jueves y cerca de las 18:00 horas, una mujer o una niña desaparecían, y sus cuerpos sin vida luego eran encontrados en baldíos, con signos de haber sido violadas y asesinadas salvajemente, en algunos casos estranguladas y en otros muertas a disparos con un revólver calibre 32. Las víctimas solían ser niñas o mujeres que tomaban sol en piscinas o que esperaban en paradas de autobús.[5]

Se señala que este «Sátiro» recorría las ciudades en un Fiat 600 para luego de estacionarlo seguir a pie por varias cuadras, o trepando y saltando paredes y techos de casas, buscando hasta encontrar potenciales víctimas. También que las víctimas no siempre eran fortuitas y que el asesino podría haberles hecho un seguimiento previo incluso durante días o semanas si estas cumplían con algún perfil particular que buscara. Y que luego de haber podido consumar sus crímenes robaba algo de sus víctimas, como piezas de joyería (anillos, aros, pulseras, etcétera), para así mantenerlos como trofeos.[5]​ Según los investigadores y algunos testigos el asesino regresaba a la escena del crimen días o semanas después para rememorar el momento.

Debido al modus operandi repetido en cada crimen, las autoridades y el experto forense Osvaldo Raffo creyeron que las muertes podrían ser obra de un solo individuo.[2]​ El término «asesino en serie» (en inglés, serial killer) recién empezó a utilizarse en Estados Unidos años 1970, y todavía no estaba muy difundido en Argentina, generalmente el término «sátiro» era utilizado para describir a delincuentes con comportamientos seriales.

Identikit del sospechoso.

Después de cometer uno de los homicidios, un testigo de apellido Ramírez vio a un individuo huyendo por los techos de una casa, y el sospechoso le disparó con su arma (algunas fuentes dicen que el testigo resultó ileso y otras que fue herido y hospitalizado), su testimonio junto al de otros testigos y víctimas sobrevivientes fue clave para confeccionar un identikit del sospechoso, que empezó a circular por toda la ciudad.[4][6]

Asesinato de Noemí y Nora Álvarez

[editar]

Uno de los crímenes más infames que se le adjudica, es el asesinato de las hermanas Álvarez, Noemí Gabriela y Nora Beatriz, de 5 y 7 años respectivamente, asesinadas en su propia casa en la calle Carlos Tejedor 1855 en Boulogne, en enero de 1975.[7]​ Su madre había salido de casa por unos minutos y al regresar encontró sus cuerpos. Las niñas habían sido asfixiadas con una almohada y le dispararon en la cabeza, además presentaba lesiones genitales.[8]

Muerte del sospechoso

[editar]

Si bien hay varias versiones de los hechos difundidas en internet, recortes de la revista contemporánea Así muestran que en la tarde del 27 de febrero de 1975, por la calle Tomkinson, una mujer vio a un joven vestido de sport detrás de un alambrado de su propiedad, merodeando por un camino el cual lindaba con una mansión en cuya piscina había mujeres y niñas bañándose; al preguntarle que hacía ahí, este le respondió que buscaba a un albañil, al no convencerla la respuesta de este y parecerle que tenía una actitud sospechosa decidió llamar a la policía. Unos minutos después la policía lo encontró a pocas cuadras por la calle Don Bosco. Según el informe policial, cuando le pidieron la cédula de identidad, Francisco Laureana sacó un revólver que tenía escondido y realizó disparos que casi hieren a uno de los sargentos, iniciando un tiroteo con la policía en el que Laureana recibió un disparo en el hombro y luego escapó.[7]

Laureana malherido fue a esconderse en un gallinero que se encontraba en el fondo del patio de una mansión en la calle Esnaola 666, perteneciente a una familia alemana de apellido Frenkel. En la mansión se encontraban el casero del lugar de nombre Cirilo Sandoval, de 52 años, con su perra de raza pastor alemán llamada Rina.[7]​ Cuando la policía llegó al lugar buscando al sospechoso le pidieron a Sandoval entrar al lugar y revisaron por el jardín, fue entonces cuando la perra "marcó" el gallinero del fondo, cuando la policía fue a revisarlo encontró a Francisco Laureana escondido ahí y fue acribillado a balazos por los agentes, desconociéndose si hubo una mediación de por medio. Se encontraron en el gallinero dos gallinas muertas (se desconoce si murieron por las balas de la policía o si fue Laureana para evitar que hicieran ruido).[2]

Según la policía a la prensa creían que el sospechoso era el infame y peligroso asesino que en los últimos meses había asesinado a mujeres y niñas en al menos tres ciudades; y que lamentaron haberlo abatido, ya que hubieran querido interrogarlo sobre los motivos que lo llevaron a cometer los crímenes. Alegaron que como Laureana era un fetichista, muchos crímenes pudieron resolverse al encontrar en las botas de su casa objetos que pertenecían a las víctimas, junto con otras armas de fuego.[2]​ Luego de la muerte e identificación de Laureana el comisario Eugenio Furlam dijo:[2]

¡De lo que la población debe estar segura es que con la muerte de Laureana ha dejado de existir un azote, que aquí nos había quitado la paz. Lo que convendría en todo caso es que esta personalidad de Laureana fuera objeto de un estudio, porque pocas veces se puede encontrar a individuos con una psiquis tan retorcida para el mal!

Cuando se le informó el hecho a su mujer, ella atinó a decir: «Acá tuvo que haber un error. Mi marido no pudo haber hecho todo eso. Era un buen padre, un buen marido, un artesano que amaba lo que hacía».[9]​ La hermana del sospechoso, Lucía Laureana, que vivía en Virreyes, dijo que su hermano no era el violador y asesino que la policía buscaba hace tiempo porque no coincidía con el identikit, señaló que el identikit era de una persona de piel más morena y cabello lacio oscuro, mientras que su hermano tenía el cabello ondulado tendiendo a rubio y ojos claros como ella. Además que los crímenes en San Isidro venían ocurriendo antes de la llegada de su hermano a la ciudad hace unos 8 meses. Mientras que su madre sin expresión alguna solo dijo que si creían que su hijo era el asesino que buscaban lo hubiesen atrapado vivo para que confesara los crímenes que cometió.[2]

El caso del "Sátiro de San Isidro", uno de los asesinos más prolíficos de la historia argentina, pasó relativamente desapercibido debido al complejo clima político reinante durante el gobierno de Isabel Perón.

Crímenes similares

[editar]

Caso Di Mantova

[editar]

Entre 1973 y los primeros meses de 1974 en la ciudad de Corrientes, hubo reportes de una serie de al menos más de una decena de ataques y violaciones a varias mujeres y niñas, y hasta varios asesinatos e intentos de asesinato. La prensa de aquel entonces describía al atacante como un “sátiro”, que según testigos era un joven, atlético, rubio y de ojos claros, aunque también se decía que eran varios individuos los responsables, o que los hechos eran aislados y algunos simplemente eran rumores falsos producto de una psicosis colectiva. Un joven llamado Horacio Di Montova y que era hermano de un sacerdote de un colegio saleciano, fue acusado de los ataques seriales y condenado por al menos la violación y asesinato de una de las víctimas, la sospecha recayó sobre él porque además de coincidir con la descripción tenía la costumbre de caminar y saltar por los techos de un colegio religioso. Un investigador, Alberto Raso, que siguió el caso sostuvo en su blog en internet de 2010 que el acusado era inocente y procesado solamente por la urgencia pública de atrapar al culpable que tenía atemorizada y en vilo a toda la población, y que el verdadero responsable se trasladó a otra ciudad para no ser apresado.[10]

Entre las supuestas decenas de ataques sexuales de aquel entonces estaban el de una monja y de una chica de 16 años, en el que justamente Laureana era sospechoso, antes de trasladarse a otra provincia. Di Mantova que se mudó a Italia tras su liberación siempre mantuvo su inocencia y pidió a la Justicia que el caso sea reabierto, su petición fue denegada por prescripción.[11]

En el grupo de Facebook CORRIENTES DEL AYER, varios usuarios que vivieron aquella época contaron sus experiencias de los ataques, en el que destacan dos asesinatos, el de una menor en una terraza, el de una empleada doméstica en una casa de familia de apellido Danuzzo, y el intento de asesinato de una niña en el baño de una escuela a la que un hombre intento ahorcarla haciéndole un doble nudo en el cuello pero pudiendo escapar.

Asesinato de Ana María Rivarola

[editar]

El 24 de septiembre de 1974 una niña de 8 años, Ana María Rivarola, estaba en clases en el Colegio San Marcelo, un colegio parroquial, y había pedido permiso para ir al baño. Sería encontrada poco después muerta boca arriba y con signos de haber sido violada y ahorcada con doble nudo con una soga en el descanso de las escaleras de la parroquia del colegió en Don Torcuato. Nunca se encontró al culpable. La psicoanalista y especialista en violencia infantil Sonia Almada que tenía la misma edad y vivía en la misma ciudad cuando ocurrió el hecho, investigo sobre el crimen y escribió el libro La niña del campanario (2022).[12]

El asesinato guarda muchas similitudes con uno de los crímenes por los que era investigado Laureana en Corrientes, quien ya estaba familiarizado con colegios religiosos y ocurrió apenas dos meses después de su llegada por la zona norte de Buenos Aires.

El «Caníbal de San Isidro»

[editar]

Extrañamente en 1972 en la ciudad de San Isidro, dos años antes de que Francisco Laureana llegara desde su natal Corrientes, ya hubo una serie de crímenes similares en la ciudad los cuales nunca serían resueltos hasta la fecha. Durante ese año se reportan que las víctimas eran mujeres caucásicas, rubias y de ojos claros, y que sus cuerpos aparecían en baldíos con signos de haber sido violadas y estranguladas, con partes del cuerpo mutiladas arrancadas salvajemente a mordidas. A este asesino(s) nunca identificado(s) posteriormente se lo apodo el "Caníbal de San Isidro", y se le adjudican al menos tres o cinco asesinatos, entre ellos el más destacado el feroz asesinato de Diana Goldstein, de 23 años, ocurrido un jueves 23 de noviembre de 1972, y de otras tantas series de ataques durante meses.[6]​ Osvaldo Raffo realizó las autopsias a las víctimas y según se indica 24 sospechosos fueron descartados de ser el asesino al no coincidir sus piezas dentales con las obtenidas de las mordeduras en los cuerpos.[13]​ No esta claro si alguna vez se comparó con la dentadura de Laureana para descartarlo porque los crímenes posteriores se consideran hechos totalmente aparte. Y se sospecha que este primer asesino murió o terminó en prisión por algún otro delito, explicando porque repentinamente se detuvo.

Laureana quien después de su muerte fue señalado de ser el "Sátiro de San Isidro" se mudó a la ciudad recién en 1974, por lo que nunca se consideró probable que fuera el responsable de los asesinatos sin resolver de 1972, además se señala de que en el modus operandi de los crímenes de 1974 a 1975 no se noto preferencia raciales o mutilación en los cuerpos.[13]​ Nunca se pudo establecer si hubo una conexión entre los crímenes de 1972 con los de 1974-1975, aunque una de las hipótesis que los relaciona es que quizás Laureana al haber llegado a la ciudad y enterarse de los crímenes de 1972, estos pudieron servirle de inspiración para realizar y ocultar sus propios crímenes (asesino imitador). O que en realidad este si es el responsable de todos los crímenes, ya que tenía familiares viviendo en San Isidro y bien pudo haber estado algunos meses de visita antes de mudarse a la ciudad dos años después.

Otra hipótesis en cambio sostiene que el "Caníbal de San Isidro" y el "Sátiro de San Isidro" siempre se trató de un mismo asesino, habiendo un aparente lapso de enfriamiento de casi dos años, antes que reanudara sus crímenes. Pero que este dicho asesino nunca fue Laureana y que fue inculpado injustamente por las autoridades, abatiéndolo para así no darle la posibilidad de defenderse ante las acusaciones que luego recaerían, solo para darle tranquilidad a una población muy atemorizada por ola de violencia y muerte imparable. Y que el verdadero asesino nunca fue identificado o revelado, pero que este casualmente también por el año 1975 pudo haber muerto o terminado en prisión por algún otro delito, explicando porque aparentemente a partir de ese año paro la ola de asesinatos. O que si los asesinatos siguieron posteriores a la muerte de Laureana estos fueron encubiertos o no relacionados para así poder darle un cierre definitivo al caso.

Si fue uno o fueron varios asesinos diferentes, y cual fue implicación real de Laureana con estos crímenes es muy difícil que se sepa algún día, la investigación en un principio fue vaga debido a la límites tecnológicos de aquella época, y no estaba en práctica la genealogía genética para la comparación de ADN con el material biológico en las víctimas con el sospechoso, además que las autoridades no investigaban a profundidad estos casos debido entre varias cuestiones, al complejo contexto social y político.

Véase también

[editar]

Referencias

[editar]
  1. Ficha de Francisco A. Laureana en el padrón electoral argentino, publicado en el sitio web Buscar Datos. Afirma que nació el 1 de enero de 1952 (en este registro, cuando la fecha exacta de nacimiento no está registrada, se publica genéricamente «1 de enero»), que su actividad era jornalero, y que su dirección postal era Bacacay 2176, en el barrio de Flores (ciudad de Buenos Aires).
  2. a b c d e f g h Osvaldo Raffo (10 de diciembre de 2010). «Juan Carlos Laureana, alias «El Sátiro de San Martín»». osvaldoraffo.wordpress.com. Consultado el 15 de septiembre de 2024. «Artículo del 10 de diciembre de 2013 en el sitio web Osvaldo Raffo (Buenos Aires). Muestra un completo artículo periodístico en la revista Así (Buenos Aires) del martes 4 de marzo de 1975. Afirma que Francisco Laureana fue abatido el jueves 27 de febrero de 1975.» 
  3. Miguel, Pablo. «Francisco Laureana, un asesino y violador serial correntino que murió baleado - El litoral». www.ellitoral.com.ar. Consultado el 31 de julio de 2020. 
  4. a b c «Crónicas del crimen. Francisco Laureana: el final del sátiro asesino». www.lanacion.com.ar. 18 de octubre de 2019. Consultado el 31 de julio de 2020. 
  5. a b c d e Palacios, Rodolfo (2010): «Francisco Antonio Laureana: el asesino puntual». Archivado el 22 de febrero de 2014 en Wayback Machine. Artículo del 15 de noviembre de 2010 en el sitio web El Identikit. Muestra una fotografía del identikit de Francisco Laureana, y dos fotografías de su autopsia (una de las cuales ilustra este artículo).
  6. a b Palacios, Rodolfo (2007): «Un asesino serial que atacó en 1972: el "Caníbal" al que se lo comió la tierra» Archivado el 4 de marzo de 2016 en Wayback Machine., artículo del 9 de mayo de 2007 en el diario Perfil (Buenos Aires). Se refiere a otro asesino serial, pero al final del artículo cuenta la historia del «sátiro de San Isidro».
  7. a b c Belisario Sangiorgio (18 de octubre de 2019). «Crónicas del crimen. Francisco Laureana: el sátiro que acechaba a mujeres, las violaba y las ejecutaba». La Nación. Consultado el 5 de julio de 2024. 
  8. Facundo Garro. «Los crímenes de Francisco Antonio Laureana». Consultado el 7 de julio de 2024. 
  9. Kablan, Pablo (2014): «Francisco Laureana, el serial de San Isidro», artículo del 2 de febrero de 2014 en el Diario Popular (Buenos Aires).
  10. Alberto Mario Raso (10 de marzo de 2010). «Un enigma en Corrientes, el caso Di Mantova». Jack el perro de la plaza. Consultado el 15 de septiembre de 2024. 
  11. «Miedo a toda hora: recuerdo del sátiro que horrorizó a Corrientes». diarioellibertador.com.ar. 15 de septiembre de 2024. Consultado el 15 de septiembre de 2024. 
  12. Aye Iñigo (8 de diciembre de 2021). «El brutal crimen de una nena la marcó: hoy, 47 años después, saca el caso del olvido». Clarín. Consultado el 18 de septiembre de 2024. 
  13. a b «"El Caníbal de San Isidro": violaba, mataba y arrancaba partes del cuerpo a sus víctimas». Diarío Uno. 19 de noviembre de 2023. Consultado el 3 de septiembre de 2024. 

Enlaces externos

[editar]