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Acta Apostolicae Sedis - Comentario Oficial

Ahora bien: no podemos dudar que la Teología ha sido elevada al más alto grado por el Aquinate, habiendo él poseído perfectamente los divinos documentos de la fe, y estando dotado de un genio agudo admirablemente dispuesto para filosofar. Por lo tanto, Tomás, no sólo por su doctrina filosófica, sino también para el desarrollo de esta disciplina, es, en nuestras escuelas, el principal maestro. En efecto; no hay parte alguna de la Sagrada Teología que él no haya mostrado felizmente la extraordinaria riqueza de su inteligencia. Ante todo estableció sobre propios y genuinos fundamentos la apologética, al definir bien la distinción que existe entre las cosas de la razón y las cosas de fe, entre el orden natural y el sobrenatural. Y por esto el sacrosanto Concilio Vaticano, cuando definió que algunas verdades religiosas pueden conocerse naturalmente, pero que para conocerlas todas y sin error se necesitó, con necesidad moral, que fuesen reveladas, y que para conocer los misterios fue absolutamente necesaria la divina revelación, se sirvió de los argumentos tratados, no por otros, sino por Tomás, el cual estableció que el que se dedica a la defensa de la doctrina cristiana debe mantener firme este principio: “Asentir a las verdades de la fe no es ligereza, aunque sean superiores a la razón”[1]. En efecto, se demuestra que si bien las cosas de la fe son arcanas y obscuras, sin embargo, las razones que inducen al hombre a la fe son claras y manifiestas, porque “el hombre no creería si no viese que las cosas deben creerse”[2]. Y añade también que la fe, lejos de ser un impedimento y un yugo servil impuesto a la humanidad, debe estimarse, por el contrario, como un beneficio máximo, puesto que ella es en nosotros “un principio de la vida eterna”[3].

La otra parte de la Teología, que se refiere a la exposición de los dogmas, la trata Tomás con una riqueza enteramente especial; y no encontramos ninguno que haya penetrado más a fondo o expuesto más cuidadosamente los augustísimos misterios de la fe, tales como los que pertenecen a la vida íntima de Dios, al secreto de la predestinación eterna, al gobierno sobrenatural del mundo,

  1. Suma contra gentiles, I, c. 6.
  2. Suma Teológica, II-II, q. I, a. 4.a.
  3. Questiones disputatae de Veritate, q. XIV, a. 2.