El anarquismo es una filosofía política y social que llama a la oposición y abolición del Estado entendido como gobierno y, por extensión, de toda autoridad, jerarquía o control social que se imponga al individuo, por considerarlas indeseables, innecesarias y nocivas. La RAE, por ejemplo, define anarquismo como la «doctrina que propugna la desaparición del Estado y de todo poder»
Sébastien Faure (1858-1942), filósofo anarquista francés, dijo: «Cualquiera que niegue la autoridad y luche contra ella es un anarquista». Bajo una formulación tan simple, pocas doctrinas o movimientos han manifestado una variedad tan grande de aproximaciones y acciones, que no siempre fueron bien entendidos por la opinión pública. Históricamente hablando, el anarquismo se centra en general en los individuos y en la crítica de su relación con la sociedad, su objetivo es el cambio social hacia una futura sociedad, en palabras de Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865), «sin amo ni soberano».
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El Ejército Negro, cuyo nombre oficial fue Ejército Revolucionario Insurreccional de Ucrania, fue un grupo armado de anarquistas con base mayormente ucraniana y uno de los cuatro ejércitos que participaron en la Guerra civil rusa, donde combatieron además bolcheviques integrando el Ejército Rojo, pro-occidentales, conservadores y mencheviques agrupados en el Ejército Blanco, y nacionalistas que formaban el Ejército Verde.
No era un ejército grande, pero fue muy respetado debido a su ferocidad en el combate y la rapidez de sus movimientos. Pese a tratarse esencialmente de un cuerpo de infantería, recorría largas distancias a la misma velocidad que un cuerpo de caballería. Eso le permitía atacar desde varios flancos y retirarse en corto espacio de tiempo, o atacar por sorpresa en la retaguardia enemiga después de una aparente huida. Por otro lado, al tratarse de un ejército con un amplio apoyo social, no requería importantes gastos en infraestructuras ni existía necesidad de una organización centralizada.
La táctica más habitual del Ejército Negro era atacar con pocos combatientes, golpear con contundencia y desaparecer, o huir en mitad de la batalla para horas después atacar la retaguardia enemiga, lo que le permitía minar la moral del enemigo.
En combates a campo abierto era reconocido por la fiereza de sus hombres, en su mayoría campesinos que arriesgaban la vida en defensa de su tierra con más arrojo que cualquier otro grupo de combatientes, pero esa faceta del combate era su punto más débil, ya que en un combate ante fuerzas organizadas se evidenciaban sus carencias.
El apoyo del anarquismo a las libertades individuales hizo natural la defensa de la homosexualidad ante muchos miembros del movimiento anarquista. Emil Szittya, en Das Kuriositäten-Kabinett (1923), escribió sobre la homosexualidad que "muchos anarquistas tienen esta tendencia. Así, encontré en París a un anarquista húngaro, Alexander Sommi, quién fundó un grupo anarquista homosexual sobre la base de esta idea." Su opinión se ratifica por Magnus Hirschfeld en su libro publicado en 1914 Die Homosexualität des Mannes und des Weibes: "En los rangos de un partido relativamente pequeño, el anarquista, me parece como si proporcionalmente se encontraran más homosexuales y afeminados que en otros lugares." El anarquista italiano Luigi Bertoni (quién Szittya también creía que era homosexual) observó que "los anarquistas demandan libertad en todo, también en la sexualidad. La homosexualidad lleva a un sentido sano del egoísmo, por el que todo anarquista debería luchar."