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Inés Peraza

Señora jurisdiccional de las islas Canarias

Inés Peraza, nacida como Inés de las Casas (Sevilla, ca. 1424-Sevilla, febrero de 1503), fue una dama de la baja nobleza castellana del siglo XV, señora jurisdiccional de las islas Canarias al heredarlas de su padre Hernán Peraza el Viejo.[1]

Inés Peraza
Información personal
Nombre de nacimiento Inés de las Casas
Otros nombres Ynés Peraça, Inés de Peraza
Nacimiento C. 1424
Sevilla, Corona de Castilla
Fallecimiento Febrero de 1503
Sevilla, Corona de Castilla
Sepultura Iglesia de Sta. María la Mayor o convento de Sta. María de las Dueñas, Sevilla
Religión Cristianismo católico
Familia
Padres Hernán Peraza el Viejo
Inés de las Casas
Cónyuge Diego García de Herrera (matr. 1448-1485)
Hijos Pedro García de Herrera, Hernán Peraza el Joven, Sancho de Herrera, María de Ayala y Constanza Sarmiento
Familiares Guillén Peraza (hermano), Guillén Peraza de Ayala y Vicente de Peraza (nietos), Pedro García de Herrera y María de Ayala (suegros), Diogo da Silva (yerno), Beatriz de Bobadilla (nuera)
Información profesional
Ocupación Señora jurisdiccional
Tratamiento Doña
Título Señora de Alcaría la Vaca
Señora de las islas Canarias
Término 1452-1453
1452-1502

Es uno de los personajes femeninos más destacados de la primera historia de Canarias, contando con una calle dedicada a su persona en la villa de Teguise de la isla de Lanzarote. Fue además ascendiente de varios títulos nobiliarios tanto de España como de Portugal.

Biografía

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Orígenes y primeros años

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Nacida como Inés de las Casas hacia el año 1424 en la ciudad de Sevilla,[2][3][nota 1]​ era hija del matrimonio formado por Hernán Peraza, fiel ejecutor de Sevilla y alcaide del castillo de Matrera en 1420, e Inés de las Casas, señora en parte de las islas Canarias. Por ambos progenitores pertenecía a la aristocracia local sevillana.[5]​ Sus abuelos paternos fueron Gonzalo Pérez Martel, señor de Almonaster, recaudador mayor de las rentas de Sevilla y jurado de la collación de El Salvador de dicha ciudad, y de su esposa Leonor Ruiz de Peraza.[6]​ Los maternos fueron Juan de las Casas, señor en parte de las islas Canarias,[nota 2]​ e Isabel González Mexía, apodada la santa mujer.[8][9]

El historiador Juan de Abréu Galindo describe a Inés en su juventud como «muy dotada por su hermosura, riqueza y linage, y querida de muchos señores para casar con ella».[10]

En sus primeros años fue vecina junto a sus padres de la collación de San Martín,[11]​ pasando luego de su matrimonio a avecindarse primero en la de Santa Catalina y finalmente en la de San Andrés.[12][13]

A la muerte de su madre, Inés quedó como heredera junto a su hermano Guillén Peraza de sus bienes, entre los que se encontraba una extensa hacienda olivarera en Huévar del Aljarafe.[14]​ Con licencia de su padre, bajo cuya tutela se encontraban por ser menores de edad, Inés y su hermano permutan el 28 de junio de 1445 dicha hacienda con Guillén de las Casas, fiel ejecutor de Sevilla y pariente de su madre, por los derechos que este poseía sobre el señorío y conquista de las islas Canarias. La permuta fue autorizada por el rey Juan II de Castilla el 13 de julio de 1447.[15]

El padre de Inés, Hernán Peraza, conseguía así unificar el señorío insular, trasladándose al archipiélago junto a su hijo con una armada para tomar posesión y proseguir la conquista de las islas insumisas. Inés quedó entonces bajo la tutela de Juan Alonso Pérez de Guzmán, tercer conde de Niebla y primer duque de Medina Sidonia, «a cuya casa eran llegados sus abuelos y padres».[10]​ El duque propiciará el matrimonio de Inés hacia 1448 con el caballero sevillano Diego García de Herrera, su criado y pariente. El novio otorgó a Inés en concepto de arras matrimoniales la cantidad de 500 000 maravedíes, mientras Inés incorporaba como dote sus derechos sobre importantes propiedades en tierras del Aljarafe sevillano.[16]

En 1452, a raíz de la muerte de Hernán Peraza, y habiendo fallecido su hermano Guillén en un asalto a la isla de La Palma unos años antes, Inés quedó como única heredera del patrimonio familiar, tomando a partir de este momento el apellido paterno de Peraza.[17]​ Se convirtió así en señora titular de las islas Canarias y de la pequeña aldea de Alcaría la Vaca,[nota 3]​ en propietaria de una importante hacienda en Aznalcázar,[18][nota 4]​ y en poseedora de ciertos derechos sobre la torre y lugar de Villamartín.[20][nota 5]

Consolidación del señorío de Canarias

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El señorío de Canarias lo formaban las islas ya conquistadas de Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro y La Gomera, los islotes deshabitados de La Graciosa, Alegranza, Montaña Clara, Roque del Oeste, Roque del Este y Lobos, y el derecho sobre los quintos y conquista de Gran Canaria, Tenerife y La Palma.[23][nota 6]

No obstante, aunque el dominio era pleno en Fuerteventura y El Hierro, La Gomera aún se mantenía prácticamente sin colonizar y se encontraba en parte ocupada por los portugueses, mientras Lanzarote estaba «secuestrada» por el rey Juan II de Castilla desde 1450, debido a que los lanzaroteños habían solicitado el sometimiento directo a la Corona tras haber expulsado de ella a los portugueses del infante Henrique el Navegante, a quien Maciot de Béthencourt había vendido la isla en 1448.[24][25][nota 7]

 
La villa de Teguise o La Gran Aldea, en la isla de Lanzarote, fue la principal residencia de Inés Peraza en Canarias.

Diego de Herrera, en nombre de su mujer, sostendrá pleito contra Maciot por la venta de Lanzarote a los portugueses, logrando sentencia a su favor en septiembre de 1454 por la que se le confirmaba a Inés el derecho preferente al señorío de la isla, y en junio de 1455 el rey Enrique IV de Castilla emite una sobrecarta para que se entregase Lanzarote a los Herrera-Peraza.[28]​ El matrimonio lograba unificar así definitivamente el señorío, enviando entonces a su gobernador Adrián de Benavente para que tomara posesión de las islas, lo que hizo en el verano de 1455 en Lanzarote y Fuerteventura.[27][29]

Como señores jurisdiccionales, los Herrera-Peraza poseían el dominio sobre todas las entradas y salidas, puertos de mar, playas, tierras, ríos, mares, fuentes, montes, prados, dehesas, pastos, gentes, ganados y señoríos, así como el mero y mixto imperio, la jurisdicción alta y baja, civil y criminal, y todos los privilegios, exenciones, tributos, franquezas, libertades, pechos y derechos.[23]

Resueltos los pleitos, el matrimonio parte en tres naves desde el puerto de Sanlúcar de Barrameda a finales de 1455 o 1456, haciéndose acompañar de «muchos hidalgos nobles, dueñas y doncellas, para que se heredasen en las islas» con intención, según el historiador Rafael Sánchez Saus, «de recrear, a pequeña escala, el ambiente cortesano que habían conocido y disfrutado en Sevilla junto a los duques de Medina Sidonia».[30][31]

Una vez instalados en las islas, gobernarán el señorío desde las villas de Teguise y Betancuria, capitales de Lanzarote y Fuerteventura respectivamente.[32]​ En esta última isla ampliarán el convento franciscano de san Buenaventura, establecido en 1416, además de fundar Inés la ermita de santa Inés en el valle homónimo.[33][34]

Sublevación en Lanzarote y cesión de los derechos de conquista

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En 1476 los habitantes de Lanzarote se sublevaron contra el poder señorial de los Herrera-Peraza. Los lanzaroteños pedían ser vasallos de los Reyes Católicos ante los desmanes de Inés Peraza y su marido, acudiendo a la corte para presentar denuncias y otros documentos. Los señores de Canarias comenzaron entonces a perseguir a los rebeldes, exiliándolos o ejecutándolos, hasta que los reyes enviaron a Lanzarote a Esteban Pérez de Cabitos, [35]​ juez pesquisidor, para que recopilara informaciones sobre los derechos de los señores a las islas.[36]

El 15 de octubre de 1477,[37]​ Inés y su marido renunciaron a sus derechos sobre las islas aún sin conquistar, cediéndolos a los Reyes Católicos a cambio de una compensación económica y del título de conde de La Gomera.[38][39]

División del remanente del señorío de Canarias

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Con la cesión a los reyes, el señorío de los Peraza-Herrera quedó reducido a las islas de Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro. Sin embargo, el fraccionamiento del mismo había comenzado en 1474 a raíz del reparto entre los hijos. Pedro, el primogénito, recibió la isla de El Hierro con motivo de su matrimonio, y en 1478 su hermano Hernán el Joven la isla de La Gomera.[40]

En 1482, ante los atentados de Pedro contra la vida de sus padres, así como por provocar revueltas en los dominios familiares fue desheredado por Inés, que fundó un mayorazgo en el segundogénito Hernán.[nota 8][40]

A raíz de la muerte de Hernán en La Gomera en 1488, se sucedieron luchas internas en la familia contra la viuda Beatriz de Bobadilla para quitarle el control de las islas. En 1502, Inés repartió en doceavas partes las islas de Lanzarote y de Fuerteventura entre sus hijos Sancho de Herrera, María de Ayala y Constanza Sarmiento, en cinco, cuatro y tres dozavos respectivamente, que serían confirmados al fallecer Inés.[37][40]

Participación en la conquista de Tenerife

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Inés colaboró directamente en la conquista de la isla de Tenerife al auxiliar por orden regia al capitán conquistador Alonso Fernández de Lugo en 1495 con pertrechos. Como garantía, Inés se quedó como rehenes a los hijos de Lugo, Fernando y Pedro, por la deuda que ascendía a 600.000 maravedíes.[nota 9][36]

Últimos años y fallecimiento

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Inés Peraza falleció en su ciudad natal en febrero de 1503, pocos días después de haber otorgado su último testamento.[41]​ No se conoce el lugar exacto de su sepultura, pero en su anterior testamento de 1482 ordenaba ser enterrada en el convento de Santa María de las Dueñas o, si las monjas no accedían, en la capilla que su linaje poseía en la iglesia mayor de Sevilla.[42]

Matrimonio y descendencia

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Inés Peraza se unió en matrimonio en Sevilla hacia 1448 con Diego García de Herrera, veinticuatro de dicha ciudad e hijo de Pedro García de Herrera, mariscal de Castilla y señor de Ampudia y Villacidaler, y de su esposa María de Ayala, nieta del canciller mayor de Castilla Pedro López de Ayala.[30][43][44]

Tuvieron cinco hijos:[45][46][47]

  1. Pedro García de Herrera (c. 1449-1532), I señor de El Hierro, aunque fue desheredado posteriormente por sus padres. Se casó dos veces pero solo tuvo sucesores en sus segundas nupcias con María Lasso de la Vega:
    1. Inés de Herrera, casada con Cristóbal de Montemayor, sobrino de la primera mujer de su padre. Con sucesión;
    2. Juan Peraza de Ayala, casado con Catalina Dumpiérrez. Con sucesión.
  2. Hernán Peraza el Joven (c. 1450-1488), I señor de La Gomera y II de El Hierro, casado con Beatriz de Bobadilla, con sucesión:
    1. Inés Peraza de Herrera (1483-1535), casada con Pedro Fernández de Lugo, segundo adelantado mayor de las islas Canarias. Con sucesión;
    2. Guillén Peraza de Ayala (1484-1565), I conde de La Gomera y III señor de El Hierro. Casado con su prima hermana María de Castilla. Con sucesión.
  3. Sancho de Herrera el Viejo (c. 1452-1534), señor en parte de Lanzarote y Fuerteventura. Casado con Violante de Cervantes pero con sucesión solo de Catalina Dafia o Guadarfía, bisnieta de Luis de Guadarfía, último rey aborigen de Lanzarote:
    1. Constanza Sarmiento la Moza (¿?-1549), señora en parte de Lanzarote y Fuerteventura. Casó con Pedro Fernández de Saavedra el Mozo, hijo de su primo hermano Fernán Arias de Saavedra. Su hijo, Agustín de Herrera y Rojas, fue I marqués de Lanzarote.
  4. María de Ayala (¿?-¿?), señora en parte de Lanzarote y Fuerteventura, casada con el caballero portugués Diogo da Silva, I conde de Portalegre. Con sucesión:
    1. João da Silva de Meneses (c. 1478-1551), II conde de Portalegre, casado con María de Meneses. Con sucesión;
    2. Miguel da Silva (1480-1556), obispo de Viseu y cardenal;
    3. Inês de Ayala, casada con Pedro de Castro, III conde de Monsanto;
    4. Joana da Silva (¿?-1554), casada con António de Noronha, I conde de Linhares;
    5. Francisca da Silva, casada con João Gonçalves da Camara, capitán general de Madeira;
    6. Isabel da Silva, monja en el monasterio de Beja;
    7. Guiomar da Silva, igualmente monja en Beja;
    8. Filipa da Silva, monja en Santarém.
  5. Constanza Sarmiento (¿?-c. 1506), señora en parte de Lanzarote y Fuerteventura, casada con Pedro Fernández de Saavedra el Viejo, veinticuatro de Sevilla. Con sucesión:
    1. Fernán Arias de Saavedra (¿1479?-1545), señor de Fuerteventura, casado con María de Sosa, de la que se divorció. Con sucesión de relaciones extramatrimoniales;
    2. Sancho de Herrera el Mozo, provincial de la Santa Hermandad de Andalucía y veinticuatro de Sevilla. Casado con Ana Mallart. Con sucesión;
    3. Fray Vicente Peraza (1489-1553), nacido como Guillén, dominico que llegó a ser obispo de Panamá;
    4. Inés Peraza (¿?-c. 1510), que falleció soltera;
    5. Juana de Mendoza, casada con Juan de Pineda, escribano mayor del cabildo de Sevilla;
    6. Sor María de Ayala, monja en Sevilla.

Genealogía

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Véase también

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  1. En 1445 Inés declara ser mayor de catorce años pero menor de veinticinco.[4]
  2. Juan había apoyado económicamente a su pariente Guillén de las Casas para que este pudiera comprar las islas al conde de Niebla Enrique de Guzmán en 1430. Así el señorío se repartió entre ambos, tocando a Juan la isla de Fuerteventura y el derecho sobre la mitad de los quintos de Gran Canaria y Tenerife, y a Guillén El Hierro y la mitad de los quintos de La Palma y La Gomera. La isla de Lanzarote quedó en manos de Maciot de Béthencourt.[7]
  3. Alcaría la Vaca era una pequeña aldea situada en tierras entre los ríos Chanza y Malagón próxima a la frontera con Portugal. Había sido comprada en 1427 por Hernán Peraza y su mujer a los hermanos Fernán y Gonzalo Fernández del Algaba, vecinos de Utrera, por precio de 32 000 maravedíes. Fernán del Algaba fue padre de Pedro del Algaba, futuro gobernador de Gran Canaria. Este pequeño señorío fue vendido finalmente por Inés y su marido en diciembre de 1453.[14]
  4. La heredad tenía el nombre de Valdeflores y era una hacienda dedicada al cultivo del olivo ubicada junto al río Guadiamar. Había pertenecido a Hernán Peraza. En 1453 fue arrendada por Inés y su marido, situación que se mantuvo en los años siguientes hasta que su hijo Sancho de Herrera la permutó en 1521 con su sobrino homónimo, hijo de su hermana Constanza Sarmiento, por los derechos que este poseía sobre las islas de Lanzarote y Fuerteventura. Sancho de Herrera el Mozo vendería finalmente Valdeflores a la catedral de Sevilla solo unos meses después.[19]
  5. La torre de Villamartín había sido levantada por el jurado hispalense Juan de Ortega en 1421 con dinero prestado por Guillén de las Casas, pariente de Hernán Peraza. En 1434, al no haber satisfecho la deuda, la torre pasa a estar bajo la familia Peraza.[21]​ En 1478, el concejo de Sevilla expulsa de la torre y heredamiento a Sancho de Herrera, hijo de Inés Peraza, que poseía el lugar en su nombre. Se inició entonces un pleito entre Inés y el concejo sevillano que terminó en 1491 a favor de este último.[22]
  6. Las islas de Fuerteventura, Lanzarote y El Hierro habían sido conquistadas por los caballeros normandos Jean de Béthencourt y Gadifer de La Salle entre 1402 y 1405, estando ya colonizadas por europeos, mientras que La Gomera fue incorporada al señorío por Hernán Peraza hacia 1450 mediante pactos con algunos de los bandos aborígenes de la isla.
  7. En 1432 Guillén de las Casas, señor de las islas al haber heredado parte de su padre Alfonso de las Casas y comprado el resto al conde de Niebla Enrique de Guzmán, cedió a Maciot de Bethencourt, sobrino del conquistador Jean de Béthencourt, la isla de Lanzarote.[26]​ Posteriormente, Maciot la arrendó al infante portugués en 1448, lo que iba en contra de las cláusulas de la cesión de Guillén, quien se reservaba el derecho de tanteo y prohibía la enajenación a personas que no fueran vasallas de la Corona de Castilla. Los vecinos de Lanzarote terminaron por expulsar a los portugueses en 1450, negándose luego a admitir a Hernán Peraza como señor, por lo que el rey ordena el secuestro.[24][25][27]
  8. Los reyes habían concedido a Inés y a su marido la creación de mayorazgo de las islas en 1476, siéndole confirmado a Hernán Peraza el Joven en 1486.[40]
  9. Esta ayuda la solicita Alonso de Lugo para su segunda entrada en Tenerife, después de haber sido derrotado su ejército por los guanches en la denominada «matanza de Acentejo» el año anterior.[36]

Referencias

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  1. Cebrián Latasa, 2003, pp. 267-270.
  2. Álvarez Delgado, 1960, pp. 491.
  3. Peraza de Ayala, 1933, pp. 225.
  4. Chil y Naranjo, 1880, pp. 559.
  5. Ladero Quesada, 1977, pp. 143-145.
  6. Ladero Quesada, 1977, pp. 142.
  7. Peraza de Ayala, 1957, pp. 71-72.
  8. Peraza de Ayala, 1957, pp. 77.
  9. Sánchez Saus, 2002, pp. 393-394.
  10. a b Abréu Galindo, 1848, pp. 64.
  11. Chil y Naranjo, 1880, pp. 558.
  12. Ladero Quesada, 1977, pp. 146.
  13. Chil y Naranjo, 1880, pp. 529.
  14. a b Ladero Quesada, 1977, pp. 143.
  15. Chil y Naranjo, 1880, pp. 557-572.
  16. Serra Ràfols y Rosa Olivera, 1953, pp. 182-183.
  17. Cebrián Latasa, 2003, pp. 379.
  18. Ladero Quesada y 1977, 146-148.
  19. Rubio Merino, 1982, pp. 254-256.
  20. Aznar Vallejo, 1981, pp. 59.
  21. Villalonga, 2016, pp. 85-86.
  22. Aznar Vallejo, 1981, pp. 26; 37; 59.
  23. a b Chil y Naranjo, 1880, pp. 543.
  24. a b Rumeu de Armas, 1978, pp. 65-66.
  25. a b Serra Ràfols, 1941, pp. 26-30.
  26. Peraza de Ayala, 1957, pp. 71.
  27. a b Rumeu de Armas, 1988, pp. 374.
  28. Rumeu de Armas, 1978, pp. 35-36.
  29. Chil y Naranjo, 1880, pp. 590-591.
  30. a b Abréu Galindo, 1848, pp. 65.
  31. Sánchez Saus, 2009, pp. 214.
  32. Cebrián Latasa, 2003, pp. 267.
  33. Rosa Olivera, 1963, pp. 84.
  34. García Santos, 2004, pp. 204.
  35. López Alonso, Antonio M.: «La pesquisa de Cabitos», en Proyecto Tarha.
  36. a b c Rumeu de Armas, 1975.
  37. a b Tous Meliá, 2017, pp. 244.
  38. Peraza de Ayala, 1933.
  39. López de Gómara, 1979.
  40. a b c d Rumeu de Armas, 1986.
  41. Rumeu de Armas, 1986, pp. 26-27.
  42. Serra Ràfols y Rosa Olivera, 1953, pp. 181.
  43. Abad Castro y Martín Ansón, 2016, p. 5-6.
  44. Cebrián Latasa, 2003, pp. 270.
  45. Rumeu de Armas, 1986, pp. 20-21.
  46. Abréu Galindo, 1848, pp. 156.
  47. Peraza de Ayala, 1933, pp. 229.

Bibliografía

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