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Sustancias perfluoroalquiladas

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Las sustancias perfluoroalquiladas (PFAS) son cadenas de carbonos perfluoradas químicamente sintetizadas, de carácter anfifílico, ya que la cadena alquílica es hidrófoba junto con un grupo final hidrofílico. Es debido a esta propiedad lo que les confiere una elevada estabilidad química y térmica, y una elevada actividad superficial.

Sulfonato de perfluorooctano.
Estructura 3D del sulfonato de perfluorooctano.
Ácido perfluorooctanoico.
Estructura 3D del ácido perfluorooctanoico.

Entre ellas, las más producidas y estudiadas son el ácido perfluorooctanoico (PFOA, por sus siglas en inglés) y el sulfonato de perfluorooctano (PFOS, por sus siglas en inglés); de las cuales vamos a hablar en mayor profundidad.

Historia

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Las PFAS se han usado desde los años 50. La producción de PFOS se inició en 1948, y hasta el año 2000 este compuesto se ha estado utilizando en grandes cantidades, tanto para generar líquidos inertes de baja tensión superficial, como para superficies sólidas con propiedades específicas. Estas sustancias son muy resistentes a la degradación y por ello útiles en procesos en los que se utilizan altas temperaturas o que están en contacto con bases o ácidos fuertes. Pero es debido a esta resistencia por lo que se han acumulado a lo largo del tiempo y son causa de una alta peligrosidad tanto a nivel medioambiental como para los seres humanos.

Se llevaron a cabo estudios con animales que demostraron que es un contaminante global, persistente y acumulativo, cuyos niveles pueden ser preocupantes en un futuro próximo. Esto generó una gran alerta en la comunidad y puso en alerta a las diferentes agencias reguladoras.

Según la OCDE, existen al menos 4730 PFAS diferentes con al menos tres carbonos perfluorados.[1]​ Una base de datos de toxicidad de la Agencia de Protección Ambiental (Estados Unidos), DSSTox, recoge 14735 PFAS,[2]​ mientras que PubChem cuenta con unos 6 millones.[3]

Fuentes de contaminación

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Los PFAS se han usado durante más de 50 años por lo que existe una gran cantidad de fuentes donde los podemos encontrar. Tienen un amplio uso en aplicaciones industriales y de consumo, en pinturas y barnices, en muebles, en tensioactivos para pozos de extracción petrolífera, en insecticidas e incluso abrillantadores de suelos, entre otros. Pero como fuentes fundamentales se podrían nombrar las sartenes de teflón y aquellos productos en los que se utilizan como aislantes.

Lugares de contaminación

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La Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades (ATSDR) ha estudiado la exposición a las PFAS en varios sitios, incluso cerca de las áreas de los lugares donde se fabrican o se usan. Además, sabemos que las personas que trabajan con PFAS tienen más probabilidad de estar expuestos que la población general.

  • En sistemas de abastecimiento de agua potable, en el suelo y aire exterior cerca de las áreas industriales donde se usan PFAS con asiduidad.
  • En el aire interno de alfombras, textiles y otros productos tratados con las PFAS para que sean resistentes a las manchas.
  • En las superficies del agua de lagos o estanques y agua de escorrentía de áreas (como aeropuertos militares o civiles) donde se haya usado una espuma formadora de película acuosa contra incendios.
  • En pescados que hayan sido capturados en agua contaminada.
  • En los supermercados donde venden alimentos que hayan estado en contacto con dichas sustancias, o hayan participado en su fabricación.

Productos de consumo

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Algunos productos que pueden ser una fuente de consumo para el humano son:

  • Algunos papeles que son resistentes a las grasas como bolsas de palomitas de maíz para microondas, envoltorios de comida rápida, cajas para pizzas y envoltorios de caramelo.
  • En artículos de cocina como cacerolas y ollas que son antiadherentes con revestimiento de teflón.
  • En ropa resistente al agua.
  • Productos de limpieza.
  • En productos de higiene personal como champú o hilo dental y cosméticos como esmalte de uñas o maquillaje.

El agua

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Los productos de consumo y alimentos son una fuente de gran exposición a estas sustancias, pero hay que destacar el papel del agua ya que supone un porcentaje muy importante de contaminación, por estar asociada a muchos productos o por su presencia en otros que han estado en contacto con ella. Por ello la Agencia de Protección Ambiental (Estados Unidos) llevó a cabo unos avisos de salud de por vida en 2016.

El objetivo era proporcionar información sobre los efectos en la salud de los distintos contaminantes y anticipar si estarán presentes o no en el agua potable. No son una reglamentación, sino que acercan información a agencias estatales y funcionarios de la salud pública sobre metodologías analíticas para su identificación, sus efecto en la salud y los tratamientos asociados con dicha contaminación.

En 2022, se descubrió que los niveles de al menos cuatro ácidos perfluoroalquilo (PFAA) en el agua de lluvia en todo el mundo excedían de manera ubicua y a menudo en gran medida los avisos de salud para el agua potable de por vida de la EPA, así como los estándares de seguridad comparables daneses, holandeses y de la Unión Europea, lo que llevó a la conclusión que "la propagación global de estos cuatro PFAA en la atmósfera ha llevado a que se supere el límite planetario de contaminación química".[4]​ Existen algunas medidas para restringir y reemplazar su uso.[5][6]

Ingesta diaria tolerable

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La European Food Safety Authority (EFSA) estableció la ingesta diaria tolerable (TDI), que nos indica cuál es la cantidad máxima que, sin provocar efectos para la salud, una persona puede ingerir diariamente a lo largo de toda su vida. Esto ayudara a comparar unas sustancias con otras y a prevenir un uso indiscriminado.

Para los PFOS su TDI es de 150 ng por kg de peso corporal, y una TDI de 1500 ng por kg para los PFOA. Según el último informe sobre PFAS de la EFSA, en 2012, se confirmó que exceder estos valores de referencia (TDI) a través de la dieta es muy improbable.

Consecuencias para la salud

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Existen evidencias científicas de que las PFAS suponen un riesgo para la salud. La primera evidencia se obtuvo tras estudios realizados con animales de experimentación, aunque para establecer conclusiones es necesario realizar experimentos más longevos, ya que al tratarse de sustancias lipófilas se acumulan en tejidos lipídicos y pueden causar efectos tóxicos por llegar a acumularse en grandes concentraciones sistémicas. Además, hay que considerar la difícil extrapolación de resultados entre animales y humanos, por lo que todavía no podemos afirmar que estos resultados supongan implicaciones en la salud humana.

Los efectos tóxicos puestos de manifiesto en los estudios realizados fueron: hepatotoxicidad, toxicidad en el desarrollo y en el comportamiento, toxicidad en la reproducción e inmunotoxicidad. También pueden producir efectos tóxicos sobre el pulmón, y sobre el sistema endocrino ya que estas sustancias pueden actuar como disruptores endocrinos alterando los niveles de hormonas.

Ciertos estudios también indican que pueden ocasionar un aumento de las concentraciones de colesterol, e incluso aumentar el riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer.

Se debe tener precaución en embarazadas, ya que puede afectar el desarrollo del feto.

Efectos de las PFAS en la salud humana[7][8][9][10][11][12]

Medidas para reducir la exposición

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Es importante conocer los niveles de estas sustancias en alimentos y productos de consumo para poder cuantificar sus efectos. Las medidas que se llevan a cabo para reducir la exposición tienen como fin último proteger la salud y el medio ambiente.

  1. Con el objetivo de conocer de forma precisa la cantidad de PFAs a la que está expuesta la población se recomienda vigilar su presencia en alimentos de consumo habitual tanto de origen animal como vegetal.
  2. Es importante analizar las sustancias obtenidas mediante métodos de análisis que nos garanticen resultados fiables.
  3. Controlar las tendencias de la exposición.
  4. Si en su localidad el agua corriente está contaminada, es recomendable beber agua tratada y embotellada incluso utilizar agua tratada para cocinar.
  5. Estas sustancias tienen una absorción a través de la piel mínima por lo que no supone un problema ducharse con agua corriente.
  6. Se están recogiendo muestras de alimentos envasados ya que el propio envase supone en muchas ocasiones una fuente de contaminación.

Además, en el Convenio de Estocolmo sobre los COP (Contaminantes Orgánicos Persistentes) se han incluido algunas de estas sustancias y podemos encontrar diferentes medidas de prevención y control a nivel internacional.

Referencias

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  1. Toward a New Comprehensive Global Database of Per- and Polyfluoroalkyl Substances (PFASs): Summary Report on Updating the OECD 2007 List of Per- and Polyfluoroalkyl Substances (PFASs), Series on Risk Management No. 39, OECD .
  2. «PFAS structures in DSSTox (update August 2022)». CompTox Chemicals Dashboard. Washington, D.C.: U.S. Environmental Protection Agency (EPA). Consultado el 21 de octubre de 2022.  "List consists of all DTXSID records with a structure assigned, and using a set of substructural filters based on community input."
  3. «PubChem Classification Browser – PFAS and Fluorinated Compounds in PubChem Tree». pubchem.ncbi.nlm.nih.gov. NBCI. Consultado el 21 de octubre de 2022. 
  4. «Outside the Safe Operating Space of a New Planetary Boundary for Per- and Polyfluoroalkyl Substances (PFAS)» (en inglés). 
  5. «Gotas contaminadas: el agua de lluvia ya no es potable». Fundación Greenpeace Argentina. Consultado el 6 de diciembre de 2022. 
  6. «Estudio científico confirma algo realmente preocupante: el agua de lluvia ya NO es segura en ningún lugar». Enséñame de Ciencia. 2 de agosto de 2023. Consultado el 2 de agosto de 2023. 
  7. Emerging chemical risks in Europe — ‘PFAS’, European Environment Agency, 2019.
  8. Toxicological profile for Perfluoroalkyls, Agency for Toxic Substances and Disease Registry, 2018.
  9. Some Chemicals Used as Solvents and in Polymer Manufacture, IARC Monographs on the Evaluation of Carcinogenic Risks to Humans, Volume 110, 2016.
  10. Barry V, Winquist A, Steenland K (2013). «Perfluorooctanoic acid (PFOA) exposures and incident cancers among adults living near a chemical plant». Environmental Health Perspectives 121 (11–12): 1313-1318. PMC 3855514. PMID 24007715. doi:10.1289/ehp.1306615. 
  11. Fenton SE, Reiner JL, Nakayama SF, Delinsky AD, Stanko JP, Hines EP, White SS, Lindstrom AB, Strynar MJ, Petropoulou SE (June 2009). «Analysis of PFOA in dosed CD-1 mice. Part 2. Disposition of PFOA in tissues and fluids from pregnant and lactating mice and their pups». Reproductive Toxicology 27 (3–4): 365-372. PMC 3446208. PMID 19429407. doi:10.1016/j.reprotox.2009.02.012. 
  12. White SS, Stanko JP, Kato K, Calafat AM, Hines EP, Fenton SE (August 2011). «Gestational and chronic low-dose PFOA exposures and mammary gland growth and differentiation in three generations of CD-1 mice». Environmental Health Perspectives 119 (8): 1070-1076. PMC 3237341. PMID 21501981. doi:10.1289/ehp.1002741. 

Enlaces externos

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