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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado

Los fuegos artificiales también calientan el planeta

Los artefactos relacionados con la pirotécnica contribuyen a aumentar los niveles de contaminación de las ciudades y con ello, potenciar el cambio climático

Pirotecnia contaminacion
Fuegos artificiales en un parque londinense durante la 'Bonfire Night', la noche de las hogueras.David Cabrera (Getty Images)

Los fuegos artificiales, hogueras, espectáculos de luces y todo tipo de pirotecnia se utilizan alrededor del mundo como señales de celebración. Ya sean festividades nacionales, como es el caso del 4 de Julio en Estados Unidos, la festividad hindú del Diwali –también conocida como Festival de las Luces–, la fiesta de San Juan en España o los espectáculos de fin de año son algunos de los muchos ejemplos que podrían sumar en modo negativo al medio ambiente. Pero, ¿cuál es su impacto? ¿contribuyen de forma directa al cambio climático?

La comunidad científica ha investigado tales efectos de los fuegos artificiales y ha llegado a una conclusión: concentrados en cortos períodos de tiempo, estos artefactos pueden disparar de manera severa los niveles de contaminación.

En el caso de la India, particularmente en Nueva Delhi, el año pasado los valores después del mencionado festival fueron muy elevados, puesto que el Gobierno autorizó el uso indiscriminado de artefactos con motivo de dicha celebración. Como resultado, las partículas de menos de 2,5 micras se dispararon hasta llegar a 689, una cifra muy alta teniendo en cuenta que se recomiendan niveles inferiores a 50 dado que se les relaciona con problemas de salud como deterioro neurológico, afecciones respiratorias y enfermedades cardiovasculares, entre otras. Ante tales niveles de contaminación, muchas asociaciones ecologistas del país expresaron su preocupación, ya que prevalecieron los anuncios gubernamentales ante los avisos sanitarios.

Los fuegos artificiales desprenden polvos muy finos compuestos de colorantes metálicos, toxinas, productos químicos y humos; todos ellos similares a los efectos que producen otras agravantes ambientales, como es el caso del tráfico. De acuerdo a los datos recogidos por la Agencia Federal del Medio ambiente de Alemania (UBA), durante la noche de Año Nuevo en el país europeo se liberaron alrededor de unas 5.000 toneladas de partículas en el aire; lo que equivale a dos meses de tráfico por carretera.

Durante la noche de Año Nuevo en Alemania se liberaron alrededor de unas 5.000 toneladas de partículas en el aire, lo que equivale a dos meses de tráfico por carretera

Por este motivo, desde hace dos años Alemania ya cuenta con distintas zonas libres de fuegos artificiales para prevenir posibles efectos adversos para la salud tanto de seres humanos como animales y, así, conseguir aire puro durante todo el año. Muchos negocios —principalmente los supermercados Rewe— ya han dejado de vender productos pirotécnicos y el mensaje ecologista parece ser que ha calado en la sociedad alemana. De hecho, la asociación verde Deutsche Umwelthilfe (DUH) considera que es ahora el momento de un cambio y subraya que nunca antes los consumidores fueron tan conscientes con respecto al medio ambiente.

Cabe destacar que el efecto de la lluvia después de cualquier espectáculo pirotécnico puede afectar los sistemas de agua, ya que los productos químicos y colorantes suspendidos en el aire pueden penetrar en el suelo y afectar los sistemas acuíferos. Por este motivo ya existen fuegos artificiales profesionales realizados con papel biodegradable.

Además, los petardos y los fuegos ponen en riesgo la conservación de los mayores contenedores de carbono del territorio: los bosques. A pesar de que existen leyes para su protección y prohibiciones específicas de lanzar cohetes y similares a menos de 500 metros de arboledas, una gran parte de la sociedad parece no ser plenamente consciente del valor que tienen estos para combatir el cambio climático.

Por otro lado, estos están muy relacionados con los incendios forestales. Queda demostrado que el uso indebido de estos artefactos, combinado con las altas temperaturas, el viento y las constantes olas históricas de calor a las que nos enfrentamos, son una mala praxis para el medio ambiente.

Recientemente, en Estados Unidos, más de 150 científicos especializados en incendios han firmado una carta en la que instan a los habitantes del oeste a no utilizarlos el Día de la Independencia, justo cuando se inicia la temporada alta de fuegos en el país. Estos ya causaron estragos en varios estados, y algunos se extendieron por decenas de miles de hectáreas en California, Colorado y Arizona. En respuesta a la petición, algunas ciudades y condados ya han cancelado los espectáculos públicos y han impuesto restricciones y prohibiciones.

Por ello, distintas entidades ecologistas siguen insistiendo en regular el uso del fuego y la pirotecnia, no solo en España ―sobre todo durante la noche de San Juan―, sino en el resto del mundo, para evitar incidentes como el incendio forestal registrado en 2009, en cala Sa Tuna, en Begur (Costa Brava), originado por un cohete. Este acabó con cinco hectáreas de bosque.

Ha llegado el momento de cuestionarse si realmente es necesario el uso de la pirotecnia como señal de celebración nacional, donde las tradiciones prevalecen ante la salud y la protección del medio ambiente. ¿Podemos encontrar otras maneras de demostrar y manifestar euforia colectiva sin necesidad de dañar el entorno, podemos cuidar la flora y fauna, y proteger la calidad del aire?

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