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Una pistola en cada mano y una bala en el corazón: así mató Ígor el Ruso en Teruel

Los especialistas de la Guardia Civil reconstruyen la escena del crimen del ganadero y dos agentes. El serbio llegó a acertar hasta en 13 ocasiones a pesar de la oscuridad

Patricia Peiró
El serbio Norbert Feher, más conocido como 'Ígor el Ruso', durante la quinta sesión del juicio en la Audiencia de Teruel este viernes por el asesinato de un ganadero y dos guardias civiles.
El serbio Norbert Feher, más conocido como 'Ígor el Ruso', durante la quinta sesión del juicio en la Audiencia de Teruel este viernes por el asesinato de un ganadero y dos guardias civiles.Antonio Garcia (EFE)

Las balas hablan y las que salieron de las armas de Norbert Feher, alias Ígor el Ruso, el 14 de diciembre de 2017 cuentan que el criminal serbio disparó a sus tres víctimas de forma certera y rápida. En la quinta sesión del juicio por el triple crimen de Andorra (Teruel), los peritos de la Guardia Civil han reconstruido el ataque del asesino confeso de José Luis Iranzo y los agentes Víctor Caballero y Víctor Romero en mitad de una oscura noche. Al ganadero le mató de forma instantánea con un tiro directo al corazón y a los guardias civiles les disparó por la espalda y “con una pistola en cada mano”. En una, una Beretta. En la otra, una Smith and Wesson.

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Norbert Feher se hallaba en el interior de la casa de la finca de Iranzo aquella tarde cuando el ganadero regresó tras haber colaborado con un equipo de la Guardia Civil precisamente en la búsqueda del criminal. Dos vecinos de un pueblo cercano habían sido tiroteados nueve días antes e Iranzo había denunciado esa misma mañana un robo en su propiedad. Los agentes y el ganadero habían acordado que este último les echaría una mano para guiarles por el terreno. No podía imaginar que un criminal en busca y captura en varios países de Europa se escondía en ese momento en su finca.

Los peritos han concluido que Feher disparó al corazón a Iranzo apenas abrió la puerta de la casa y acertó una vez más en el brazo, antes de que cayera desplomado. Un reguero de sangre en el suelo indicaba que la víctima había tratado de huir, pero apenas pudo avanzar unos pasos. El padre del ganadero escuchó las detonaciones en la parte posterior del lugar, desde donde no se ve la entrada, y llamó a la Guardia Civil. El hombre pensó que el individuo que llevaba semanas merodeando por la zona había entrado de nuevo en su propiedad y matado a su perro. A pesar de que Feher siempre ha sostenido que escuchó el ruido de un arma cargarse justo antes de que se abriera el portón, los informes forenses han dejado claro que Iranzo no llevaba ninguna.

Más compleja es la escena del crimen de los dos guardias civiles. Tras robar el vehículo de Iranzo, Feher condujo apenas unos metros hasta el pajar abandonado que había usado como guarida los días previos, y dejó las luces encendidas. En ese momento, pasó al lado del pajar el dispositivo de tres coches de la guardia civil que estaba acudiendo a la llamada del padre de Iranzo por los disparos que acababa de escuchar. El capitán ordenó a Víctor Caballero y Víctor Romero que se desviaran para comprobar de quién era el coche con las luces encendidas.

Nada más salir de su vehículo, Feher inicio un ataque contra ambos en el que, con una pistola en cada mano, vació su cargador en “cuestión de segundos”. Todo ello envuelto en la oscuridad de una noche cerrada de diciembre. “Los primeros tiros los realiza por la espalda y a las caderas”, ha asegurado uno de los forenses. Los informes de balística demuestran que los agentes también llegaron a disparar, pero las balas no rozaron a Ígor el Ruso. Víctor Romero recibió cuatro tiros y Víctor Caballero, siete, pero en el terreno se encontraron muchos más casquillos, lo que ha llevado a afirmar a los especialistas que Feher hizo un “uso indiscriminado de las armas”. “Fue un ‘Tiro todo lo que tengo y paro porque no tengo más’. Consumió todo el arsenal”, ha llegado a señalar uno de ellos.

Según los peritos, los restos de munición indican que uno de los disparos realizados por la espalda a Romero fue a quemarropa, es decir, a menos de 35 centímetros y que, sin apenas poder moverse, trató de arrastrarse hasta el coche. Según la reconstrucción, a Caballero lo remató en el suelo y las heridas en manos y pies indican que trató de protegerse con ellos. “Cuando vi las pruebas, me quedó claro que este chaval estaba intentando protegerse como podía porque no sabía ni de dónde le venían las balas”.

Feher, que testificó el primer día y solo puede hacer una última declaración en la sesión final, sí que ha hablado en numerosas ocasiones con su intérprete, que se sienta al otro lado de la cabina blindada, a la vez que gesticulaba ampliamente con las manos en lo que parecían gestos de empuñar una pistola. El acusado siempre ha defendido que atacó a los agentes como un mecanismo de autodefensa, al pensar que podían dispararle a él antes.

Las pruebas han demostrado que con las mismas pistolas con las que asesino en Teruel, mató en abril de ese mismo año a dos ciudadanos italianos y dejó gravemente herido a otro más. El jurado ha podido ver esas armas hoy en la sala del juicio.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.

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