Reflejos de un azul dorado: la fotografía hedonista de Jean-Daniel Lorieux

El amor a la belleza, lo que llamamos gusto, puede germinar en los sitios menos bellos del mundo. El fotógrafo parisiense Jean-Daniel Lorieux volvió de la guerra de Argelia, tras 28 meses de servicio militar, con una necesidad insoslayable de huir de la realidad, alejarse del sufrimiento y acercarse a la luz. Literalmente. Los mayores focos de los mayores estudios de moda de París se le hacían insuficientes. Él quería el sol. Y donde hay sol, no tarda en aparecer el mar. “Necesitaba espacio y color”, diría en una entrevista publicada en 2021.

Los años sesenta comenzaban a cuajar y Lorieux despuntaba en el sector de la moda. Era el hombre del sol y el mar, el azul y el amarillo. El que todas las revistas y las marcas querían por su ojo para los exteriores fantásticos, marcos perfectos y prácticamente oníricos donde se contagiaba el alegre espíritu de todo-vale que tenía la moda en aquella época y el ineludible físico de modelos como Stephanie Seymour, Claudia Schiffer o Karen Mulder. Aquí todo cambia y siempre amanece.

Pero no le querían únicamente por esa alegría o un perpetuo estado celebratorio: en estas fotos hay humor, una complicidad con el espectador que no solo apela al deseo, el cual es, hoy, el principal objetivo de la actual fotografí ade moda. A la modelo Triffina Hout, que en los ochenta ostentaba un récord en pesca de marlín azul, la sacó con dos marlines gigantes. Luego tuvo un hijo con ella. No solo de imágenes está hecho un legado.

Una exposición en el Museo Jean-Honoré Fragonard de Grasse muestra su obra hasta el 6 de octubre.