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El barbudo sensible

El hasta ahora líder de Herman Dune se presenta en Madrid como Black Yaya, su reencarnación solista

Black Yaya (derecha) acompañado del cantante Turner Cody.
Black Yaya (derecha) acompañado del cantante Turner Cody.

Hay algo de entrañable en la figura del francés David Ivar como el perfecto antidivo. Algo tierno en ese semblante cuidadamente desaliñado —el sombrerito de paño, la barba desaforada— con el que cualquiera podría confundirlo con un recolector de setas. Llegó el hasta ahora líder de Herman Dune a Madrid este jueves y, lejos de requerir servicios estrafalarios o poco saludables, se interesó por una piscina cubierta, dio unas cuantas brazadas y llegó a tiempo al Agrado Cabaret, en Malasaña, para presentarse como Black Yaya, su reencarnación solista.

Un alter ego respetuoso con el personaje original, pero más contenido que los Herman Dune, tan dicharacheros y bonachones ellos. David sería el típico anfitrión que nos acomodaría frente a la chimenea; Black, el muchacho sensible y huidizo que se atrinchera en la habitación.Your Love Is Sick sirvióde ejemplo magnífico para esta evolución: más folk que pop, más Bob Dylan que Jonathan Richman. Pero con esa precisión matemática de siemprea la hora de concebir, desarrollar y darle sentido completo a una canción. Aquello no era el Soho ni Greenwich Village, pero el aire bohemio del cabaret de la calle Loreto y Chicote contribuía al intimismo: una voz frágil y tenue, la amplificación mínima, el micrófono demasiado bajo y esos movimientos tan simpáticos de Black Yaya, como si los coreografiara un marionetista.

Lástima que un sector del público invitado sea tan españolísimamente alérgico al silencio. No hay apenas estribillos en Black Yaya, el homónimo debut de Ivar, pero sí estrofas muy redondas (Glad Tidings), en la tradición de temas de Herman Dune como aquel delicioso Not On Top. Este David trovadoresco remite a Woody Guthrie (Lonesome Valley), homenajea a Lou Reed (con un tema bastante regular) y solo se permite un ligero acelerón al llegar a Flying A Rocket, que comienza con unos simpáticos aullidos. Es como la versión off de Herman Dune: búsquelo en el barrio modernuqui de su ciudad.

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