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Literatura huérfana que no llega al público

Un estudio sobre el teatro contemporáneo en euskera demuestra la escasez de obras publicadas "No ha habido políticas de apoyo", lamenta el coordinador de la investigación

Un ensayo de la obra 'Contra el viento del Norte', del austriaco Daniel Glattauer.
Un ensayo de la obra 'Contra el viento del Norte', del austriaco Daniel Glattauer. JESÚS URIARTE

En las estanterías de las librerías es prácticamente imposible encontrar libros de teatro escrito en euskera. Las novelas, las colecciones de relatos y la poesía se disputan su espacio, pero el género dramático queda relegado al cajón en el que sus autores guardan los originales que difícilmente llegarán a ver la luz. Se escribe teatro en euskera pero ni se puede leer ni llega a los escenarios. “La literatura dramática en euskera es un género huérfano. El sistema literario vasco tiene un déficit en las publicaciones de teatro”, lamenta el autor teatral Karlos del Olmo (Barakaldo, 1958), director de la revista Senez. “No existe un reconocimiento del teatro ni siquiera dentro del mundo literario”.

Del Olmo ha sido el coordinador del volumen dedicado a la historia del teatro contemporáneo escrito en euskera, el octavo tomo de la serie Literatura vasca, dirigida por Jon Kortazar, catedrático de la Universidad del País Vasco (UPV), publicado por el Servicio Editorial de la UPV. A lo largo de más de 200 páginas, Egungo Euskal Antzerkiaren Historia ("Historia del Teatro Vasco Contemporáneo") refleja  la precaria situación de la literatura dramática: en los últimos seis años no se ha superado la publicación anual de tres obras. “El teatro que llega a los escenarios procede, fundamentalmente, de adaptaciones de novelas, o traducciones de obras representadas con éxito en otras lenguas”. La versión de El hijo del acordeonista, de Bernardo Atxaga, estrenada el mes pasado bajo la dirección de Fernando Bernués, es un ejemplo de las novelas que llegan a los escenarios. Tanttaka estrenó en 2011 en euskera y castellano la obra Contra el viento del Norte, del austriaco Daniel Glattauer.

La situación que atraviesa el teatro escrito en euskera es similar a lo que ocurre en otras lenguas. En castellano las obras se publican en pequeñas editoriales especializadas y en revistas como Primer acto; en el caso catalán, Del Olmo encuentra signos de mayor vitalidad. No siempre fue así. El teatro vasco vivió una etapa de florecimiento antes de la guerra civil. “Se escribía y se representaba”, recuerda Del Olmo. Tras la aprobación del Estatuto de Gernika, el Gobierno vasco puso en marcha políticas culturales que repercutieron en la revitalización de todos los géneros literarios. El efecto sobre la creación dramática fue mínimo, señala Del Olmo. “No ha habido políticas de apoyo al teatro”, lamenta. Antzerki, el servicio público para la potenciación del teatro, apenas duró una década. La situación se ha agravado en los últimos cinco años con la desaparición de los premios Toribio Altzaga, organizados por Euskaltzaindia. A publicaciones como Artezblai, revista dedicada a las artes escénicas, llegan las obras premiadas y seleccionadas en concursos de menor rango.

Los productores prefieren  las traducciones y adaptaciones

El estudio coordinado por Del Olmo dejó fuera las manifestaciones dramáticas tradicionales y el teatro para el público infantil y se centró en las obras publicadas a partir de 1979, fecha la entrada en vigor del Estatuto de Gernika. Hasta la conclusión de la investigación en 2010 se catalogaron más de un centenar de obras, con una aparición irregular. En 1985, en la etapa álgida, fueron editadas 24 obras. La proporción que ha llegado a los escenarios, incluidos los circuitos de aficionados con escasa atención del público, no alcanza ni al 5% del total. El descenso, desde entonces, ha sido progresivo hasta situarse en torno a las dos o tres al año.  “Se representan obras en euskera, pero los directores y productores no se arriesgan y prefieren las adaptaciones y las traducciones. Ni los autores clásicos ni los actuales tienen presencia en los escenarios”, critica el coordinador de la publicación. De esta ausencia se derivan consecuencias negativas: “No se está creando una nueva tradición. Lo que se puede leer es tan escaso que no se puede hablar de escuelas, tendencias o generaciones de escritores. Cada obra es en sí misma una tendencia”.

Del Olmo encuentra luces en el desolador panorama de la literatura dramática en euskera. “Los productores dicen que son obras difíciles pero lo que se publica no está alejado de los que se esta haciendo en otras lenguas. Es homologable; solo falta publicarlo, discutirlo, adaptarlo y verlo en los escenarios”.

¿Quedan obras de calidad inéditas por falta de canales de difusión? “Es difícil saberlo, pero yo lo comparo con las partituras musicales que se descubren al cabo de los años y se reinterpretan. Quizá ocurra lo mismo con el teatro, pero parte de su valor se habrá perdido porque el contexto habrá cambiado. Sería una reinterpretación de la obra original”.

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