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Muere apuñalado el ‘Chucky’, el adolescente que protagonizó una toma de rehenes de película hace 20 años

Miguel Ángel Burgo, alias ‘Chucky’, se hizo famoso en Argentina por un cinematográfico asalto a un supermercado en 2002, cuando tenía solo 14 años. Ha fallecido en un robo armado

Federico Rivas Molina
Miguel Ángel Burgo
Captura de un video en el que se ve a Miguel Ángel Burgo y sus cómplices durante una toma de rehenes en un supermercado en Lanús, Argentina, el 19 de julio de 2002.

El 19 de julio de 2002, Argentina se paralizó frente a los televisores. Tres delincuentes armados se habían atrincherado en un supermercado con 19 rehenes y amenazaban con matarlos a todos. 300 policías rodeaban el comercio, ubicado en Lanús, a 10 minutos del centro de Buenos Aires, sobre una avenida muy transitada. Las cámaras se concentraban sobre todo en un ladrón una cabeza más bajo que los otros dos, con cara de niño. Se supo luego que se llamaba Miguel Ángel Burgo, tenía solo 14 años y ya le decían “Chucky”, por el muñeco diabólico. La película de los rehenes no defraudaba a los televidentes: disparos al aire, madres con bebés usadas de escudos y niños llorando. Duró cuatro horas. Cuando Burgo se entregó, apenas podía caminar. Mientras sus dos cómplices mayores (tenían apenas 18 años), negociaban con la policía, Burgo se había vaciado todas las botellas de alcohol que pudo. La vida de Burgo no cambió demasiado tras aquel minuto de fama televisiva. El viernes pasado, convertido ya en un adulto de 34 años, murió víctima de las cuchilladas que le dio un hombre al que había intentado asaltar.

Hace 20 años, Argentina apenas se recuperaba del estupor que siguió a la “masacre de Ramallo”. En 1999, el robo a un banco en esa localidad del interior de Buenos Aires terminó con tres rehenes muertos por la policía. A la resaca de aquella matanza le siguió una serie de asaltos protagonizados por adolescentes – se los llamaba popularmente “pibes chorros”- que la televisión transmitía en vivo como si se tratase de un gran espectáculo. Los ladrones entraban a una casa o comercio, la policía los rodeaba y en minutos llegaban las unidades móviles de los telediarios. En ese contexto se produjo el asalto al supermercado: la prensa estaba entrenada y los ladrones hacían buen uso de su exposición pública. El de Chucky fue, con todo, el más popular.

Miguel Ángel Burgo y sus dos cómplices entraron al supermercado a las 19:30 armados con pistolas 9 milímetros. La intención era vaciar las cajas y escapar enseguida, pero prefirieron cerrar la puerta con toda los empleados y los clientes dentro (11 mujeres, tres niños y cinco hombres), apagar las luces y esperar los 40 minutos que faltaban para la apertura automática de la caja de seguridad. Cuando quisieron salir, ya estaban rodeados. Los dos mayores negociaban a los gritos por la policía, pedían la presencia de un juez y hasta que llamasen a sus madres. El menor, Chucky, se embriagaba con alcohol y se atragantaba con paquetes de papas fritas. Cuando se entregó, apenas podía caminar y salió ayudado por uno de sus compañeros. Chucky se hizo famoso.

Un año después, en 2003, los medios argentinos contaban que el adolescente quería terminar la escuela primaria en el centro para menores donde estaba ingresado. Su padre era alcohólico, su madre no podía mantener a la familia y su hermano mayor estaba ingresado en un psiquiátrico, víctima del exceso de drogas. No se supo nada más de él hasta julio de 2008, cuando con 20 años cayó preso por liderar una banda que se dedicaba a los secuestros “exprés”.

Este martes, los argentinos volvieron a saber de Chucky. Estaba muerto, víctima de un hombre con quien había pactado la venta de un coche e intentó asaltar. El comprador, de 58 años, llegó al lugar acordado con su hijo, de 26, y el dinero. Burgo y sus tres cómplices no tenían coche alguno para vender. Padre e hijo forcejearon con los ladrones y recibieron siete disparos, pero en el ida y vuelta hirieron a uno de ellos con un cuchillo. Chucky murió desangrado a 200 metros del lugar, mientras intentaba escapar.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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